sábado, 10 de noviembre de 2012

La Historia de Verdad



Miguel Hidalgo y Costilla fue uno de los padres de la patria mexicana. Su talante liberal y su sensibilidad piadosa lo condujeron a luchar de modo constante contra la dominación española. Desde su célebre <Grito de Dolores>, proclamado en la noche del 15 al 16 de Septiembre de 1810, hasta su muerte, ocurrida drásticamente el 29 de julio de 1811, se consagró a la emancipación de su patria y procurar el bienestar de los más humildes.


Miguel Hidalgo fue un hombre que lucho por sus ideales y por justicia hacia los que no podían defenderla. Motivo a muchas personas a seguir su ejemplo y a levantarse en armas por la libertad. Cometió varios errores en la vida y uno de ellos fue no terminar con la guerra de independencia cuando tuvo la oportunidad, ya que eso hubiese disminuido la cantidad de muertos y el trascurso de la misma.
Pero aun habiendo cometido varias faltas, Miguel Hidalgo en la actualidad aun es la inspiración para muchas personas que quieren alcanzar sus metas e incluso es un personaje representativo de nuestro país.

El Padre de la Patria


Miguel, El Zorro



Miguel Hidalgo y Costilla nació en el seno de una acaudalada familia de San Diego de Corralejo, en la intendencia de Guanajuato, el día 8 de mayo de 1753. Sus padres fueron el hacendado Cristóbal Hidalgo y Costilla y Ana María Gallaga Mandarte y Villaseñor, quien murió prematuramente, cuando él tenía nueve años. A pesar del dolor que le causo la muerte de su madre, Miguel llevo una infancia feliz al lado de su padre, quien se encargo de enseñarle sus primeras letras y el hábito de la generosidad con los más necesitados.
Entre 1765 y 1767 Miguel Hidalgo estudió en el Colegio de San Francisco Javier, en la ciudad de Valladolid (Morelia), que estaba dirigido por los jesuitas. La expulsión de éstos y el cierre de la escuela abrieron un paréntesis en su aprendizaje hasta que ingreso en el Colegio de San Nicolás Obispo, del que con el tiempo llegaría a ser rector. La astucia y la inteligencia de Miguel le granjearon rápidamente la simpatía de los alumnos del colegio, quienes, siguiendo la costumbre de motejar a los <chinches> o novatos, comenzaron a llamarle el Zorro.

El Grito de Dolores


Desde el 3 de octubre de 1802 hasta la noche del 15 al 16 de septiembre de 1810, la labor que emprendió sólo es imaginable en un hombre generoso, inteligente y solidario con sus semejantes; un hombre capaz de defender la libertad social con el mismo ahínco con el que defendió la individual.
Sensible al sufrimiento de sus feligreses, tal como ya lo había hecho en San Felipe, emprendió en Dolores una serie de industrias artesanales, fomento la apicultura y la cría de gusano de seda y aplico nuevos métodos agrícolas, de irrigación de la tierra y de cultivo de las viñas para mejorar sus condiciones. Mantuvo asimismo el hábito de organizar reuniones con personajes inteligentes y de pensamiento liberal, con quienes en 1810, después de la invasión napoleónica a España, conspiro para derrocar al virrey Venegas en nombre del rey Fernando.
Al grito de “¡Viva Fernando VII y muera el ejercito!”, la noche del 15 al 16 de septiembre el cura Hidalgo incendio el corazón de sus fieles y al frente de unos pocos hombres se alzó en armas contra las autoridades coloniales.
La multitud enfervorizada repitió los vivas y los mueras y, poco después, Hidalgo libero a los presos políticos, celebro misa y al frente de un exiguo ejército de trescientos campesinos mal armados marcho sobre San Miguel el Grande. Allí se le unió la guarnición y continúo su avance hacia Atotonilco, donde adopto la imagen de la Virgen de Guadalupe como enseña de sus tropas. Los acontecimientos se precipitaron y en otros pueblos y ciudades del país surgieron juntas patriotas en nombre de Fernando VII.
Cinco días mas tarde, la indisciplinada turba que acaudillaba Hidalgo tomo la importante plaza de Celaya y fue designado por los suyos capitán general. Allende y Aldama fueron nombrados teniente general y mariscal respectivamente.

La guerra de independencia


El obispo Abad y Queipo y el arzobispo Lizama acusaron a Hidalgo de embaucador, hereje y perturbador social y lo excomulgaron. Pero este respondió poniendo en claro sus verdaderos propósitos: La devolución de las tierras a los indígenas, la concesión del derecho a la explotación de los ejidos y la emancipación de México.
La revolución estaba en marcha y el continuo su imparable avance hacia la capital. El 15 de octubre entro en Valladolid, donde lanzo una nueva proclama llamando a la unión de los americanos y a la celebración de un congreso constituyente. Al mismo tiempo dio orden de fundir cañones, acuñar moneda y organizar la turba que llevaba por ejército. Poco después, el 30 de octubre, choco en el monte de las cruces con el ejército realista de Trujillo y lo derroto. La victoria le dejo el camino libre hacia la cuidad de México, pero Hidalgo no aprovecho esta ventaja. Error con el que condeno la suerte del movimiento independentista, si bien la lucha se mantuvo durante cinco años.

El final de un gran hombre


Tras su victoria en el monte de las cruces y después de encargar a José María Morelos la organización del movimiento en el sur del país, Hidalgo se decidió a volver a Guadalajara, donde entro el 26 de noviembre.
Pero si Hidalgo era un inexperto general no era un mal político e inmediatamente se dio a la tarea de tomar medidas para consolidar el movimiento. Entre tales medidas decreto la abolición de la esclavitud y de los impuestos que pesaban sobre los indios y mestizos, redujo las alcabalas y confisco los bienes de los españoles. Estos decretos verdaderamente revolucionarios llenaron de temor a la oligarquía criolla, que término por dar su apoyo a los realistas e inclinar la balanza en favor de estos.
Contra el parecer de Allende y otros lugartenientes, el 15 de enero de 1811, Hidalgo presento batalla a las tropas virreinales que estaban comandadas por Félix María Calleja, en puente Calderón. El ejército insurgente fue aplastado y Allende, ante la ineptitud demostrada en el enfrentamiento armado despojo a Hidalgo del mando militar.
Perdida la confianza de los suyos, Hidalgo marcho hacia el norte con el propósito de llegar a Estados Unidos, después de haber rechazado el indulto que le ofrecían las cortes generales extraordinarias de España.
En el camino hacia el norte, al llegar a Acatita de Baján fue alcanzado y apresado por el realista Ignacio Elizondo, quien lo condujo a Chihuahua.
Ahí fue procesado por un tribunal civil y otro eclesiástico, que lo degradaron y lo condenaron a muerte.
Al alba del 29 de julio de 1811, Miguel Hidalgo y Costilla fue fusilado, su cuerpo expuesto en la plaza y más tarde decapitado por un indio tarahumara.